La gran mayoría de los seres humanos llegamos a los pies de Cristo porque teníamos una necesidad.
Por lo general Jesucristo
siempre se manifiesta a nuestra vida cuando estamos pasando por algún desierto
bien árido y en el cual no sabemos qué hacer. V 5 “Yo te conocí en el desierto, en tierra seca.”
Lo malo es que
cuando Jesucristo nos saca del desierto y nos lleva atierras prosperas nos
olvidamos de él. V 6 “En sus pastos se saciaron, y repletos, se
ensoberbeció su corazón; por esta causa se olvidaron de mí.”
Nuestros viejitos
tenían dichos que eran muy sabios, ellos siempre consideraban que el dinero cambia
a las personas.
En el argot
cristiano podríamos decir que la bendición muchas veces cambia a las personas,
las bendiciones que recibimos deberían cambiarnos para bien y no para mal.
En que cambian muchas personas bendecidas.
1. Ya no
tienen tiempo para servir. Las bendiciones nos ocupan tanto que se cumple en nosotros
la palabra que dice nadie puede servir a dos señores. Mateo 6: 24 “Ninguno puede servir a dos señores; porque o
aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro.
No podéis servir a Dios y a las riquezas”
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1.1. El recibir bendiciones de
parte de Jesucristo debería ser un estímulo para servir con más amor.
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1.2. En la iglesia los que más
sirven en los ministerios deberían ser los que más bendiciones han recibido.
2. Poco a
poco deja de congregarse. Ahora consideran que tienen que cuidar la bendición cada
quien tiene una excusa:
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2.1. Los que cuidan sus negocios dicen:
si no trabajo no como, se les olvida que tienen negocio gracias Jesucristo.
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2.2. Los que prefieren irse a pasear
todos los domingos en lugar de congregarse para darle gracia s a Dios dicen: es
que no podemos estar solo metidos en la iglesia. Por eso la recomendación del apóstol
pablo es que no dejemos de congregarnos. Hebreos 10: 25 “no dejando de congregarnos, como algunos tienen
por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca.”
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2.3. Los seres humanos somos seres
de costumbre, nos acostumbramos hacer lo bueno o nos acostumbramos hacer lo
malo.
3. Ya no
colabora económicamente con la obra, ni ayuda a los demás y si lo hace no lo
hace de la manera que lo debería hacer. Deuteronomio 15: 10 “No seas mezquino, sino generoso, y así el Señor tu Dios bendecirá todos tus trabajos y todo
lo que emprendas.”
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3.1. El bendecir la obra de Dios y
a los demás es lo que hace que cada día seamos más bendecidos.
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3.2. Cuando no tenía diezmaba con alegría
de lo poco que tenía, ahora que es bendecido en gran manera ya le duele
colaborar en proporción a lo que recibe.
4. Su oración
ya no es tan constante, solo ora cuando tiene tiempo, ya los ayunos y grupos de
oración no le parecen tan importantes.
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4.1. La recomendación de Jesucristo
es que nunca dejemos de orar. 1 tesalonicenses 5: 16-17 “Estad
siempre gozosos. 17 Orad sin cesar.”
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4.2. Jesucristo era un hombre muy
famoso y por ende muy ocupado, pero siempre apartaba un tiempo para estar con
su padre Jehová. Lucas 5: 15-16 “Pero su fama se extendía más y más; y se reunía
mucha gente para oírle, y para que les sanase de sus enfermedades. 16 Mas él se apartaba a
lugares desiertos, y oraba.”
Que las
bendiciones que recibimos de parte de Jesucristo nunca nos cambien para mal, si
en algo hemos de cambiar que sea para bien, para ser más humildes y más
entregados a Jesucristo y su obra aquí en la tierra.