Una persona rinde mucho más cuando hace las cosas porque le
nace, por convicción más que por obligación.
La obligación muchas veces hace que hagamos las cosas de
cualquier manera solo para cumplir.
Cuando hacemos las cosas porque estamos
convencidos se despierta en nosotros el amor, por lo tanto todo lo que hagamos
nos queda bien. Cuando hacemos las cosas por amor las disfrutamos, nos gozamos
y nos preocupamos por embellecer el trabajo o lo que nos han encomendado hacer.
En lo
espiritual sucede lo mismo cuando seguimos a Dios solo por cumplir, porque nos
toca, porque hay una ley que es necesario cumplir nuestro corazón se vuelve
duro e insensible. Y aunque no hacemos cosas malas tampoco somos buenos.
Todos
cuando recibimos a Cristo en nuestro corazón comenzamos en el espíritu, nos gozamos,
pero el problema es que el tiempo va pasando y cuando nuestra fe no se
fundamenta en el conocimiento, pronto terminamos retrocediendo. V 1 “¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó para no obedecer a
la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente
entre vosotros como crucificado?”
Hay muchas
personas que en su corazón tienen el deseo de robar pero no lo hacen porque les
da miedo ser llevados a la cárcel, hay muchos cristianos que desean ser adúlteros
pero no lo hacen por miedo a un castigo de parte de Dios, Dios quiere que le obedezcamos
por amor.
Comenzamos
en el espíritu pero llevados por las preocupaciones, los problemas y la contaminación
del mundo al prestar nuestros oídos a ellos, terminamos alabando a Dios en la
carne. V 3 “¿Tan
necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la
carne?”
Hoy es
muy común encontrar gente mala con buenas costumbres, tienen la buena costumbre
de orar, de ayunar, de congregarse pero su corazón sigue siendo igual a como
era antes de tener estas muy buenas costumbres.
Pablo
lo que les quiere decir a los gálatas es que la ley no es mala es la guía que
nos permite marchar derecho aunque no queramos hacerlo. V 10 “Porque todos los que dependen de las
obras de la ley están bajo maldición, pues escrito está: Maldito todo aquel que
no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para
hacerlas.”
El propósito
de la ley era conducir al pueblo hasta Jesucristo. V 24 “De manera que la ley ha sido nuestro
ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.”
Dios no
quiere gente que actué como robot, el quiere gente pensante que busque a Dios
pero convencido de lo que está haciendo. Por eso el espíritu santo no nos
obliga el nos convence. Juan 16: 8 “Y cuando él venga,
convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.”
Jesucristo
nos hace libres no solo del pecado, también nos hace libres de todo prejuicio. Uno
de ellos el machismo. V 28 “Ya
no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque
todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.”
El
vivir en el espíritu produce amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad,
fe, mansedumbre, templanza Gálatas 5: 22-23 “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz,
paciencia, benignidad, bondad, fe, 5:23 mansedumbre, templanza;
contra tales cosas no hay ley.” Todos
necesitamos experimentar una profunda y perpetua renovación que sólo la produce
el Espíritu de Dios, y en virtud a ello podremos comprender nuestra misión
terrenal, en medio de una realidad corrupta.
No obligues
a tus hijos o a cualquier persona a quien tengas que dirigir. Más bien convéncelo
de porque es necesario hacer o no hacer algunas cosas.
Si tu
obligas a la gente a obedecerte lo harán mientras tu estas presente, si los
convences aran las cosas así tu no estés con ellos.
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