
Dios quiere restaurarnos para que en sus manos seamos de gran utilidad. V 8 “Mas vosotros, oh montes de Israel, daréis vuestras ramas, y llevaréis vuestro fruto para mi pueblo Israel; porque cerca están para venir.” Dios quiere que demos fruto para él. Romanos 7: 4 “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.”
Dios quiere para nosotros lo mejor. Con Jesucristo todo lo que hagamos nos saldrá bien. Imagínate una vida de prosperidad total. V 10-11 “Y haré multiplicar sobre vosotros hombres, a toda la casa de Israel, toda ella; y las ciudades serán habitadas, y edificadas las ruinas. 36:11 Multiplicaré sobre vosotros hombres y ganado, y serán multiplicados y crecerán; y os haré morar como solíais antiguamente, y os haré mayor bien que en vuestros principios; y sabréis que yo soy Jehová.”
A muchos nos gustaría dar mucho fruto. Dios nos ve como tierra para plantar su semilla, pero para que una tierra de buen fruto es necesario pasar por algún proceso:
1. Ser labrada y sembrada. V 9 “Porque he aquí, yo estoy por vosotros, y a vosotros me volveré, y seréis labrados y sembrados.” Imagínate por un momento que esa tierra estuviera viva y con sentimientos, como se sentiría al momento de ser labrada o de arada, cuando las cuchillas de la maquina entren hasta lo más profundo de su corazón y le volteen lo de adentro para afuera y lo de afuera para adentro. Sería muy doloroso ¿verdad?
2. Ser lavados, toda buena semilla primero es lavada para quitarle toda impureza. V 25 “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré.”
Solo si nos dejamos tratar podremos disfrutar de las bendiciones de nuestro padre celestial. V 29-30 “Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre. 36:30 Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las naciones.”
Una buena semilla no puede dar buen fruto si es sembrada en mala tierra. V 33 “Así ha dicho Jehová el Señor: El día que os limpie de todas vuestras iniquidades, haré también que sean habitadas las ciudades, y las ruinas serán reedificadas.” Dios puede sacar cosas nuevas aun de las cenizas.
A Dios no lo podemos escuchar con nuestros oídos físicos, pero si lo podemos hacer con nuestro corazón, si los problemas te han endurecido, y te han hecho insensible no te preocupes, Jesucristo nos dará un nuevo corazón para que lo podamos escuchar. V 26 “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.”
Obedecerle a Dios en nuestra carne es imposible, es el espíritu de Dios en nosotros lo que nos hace obedecer. V 27 “Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.”
Si sientes que te es difícil obedecer a Dios, pídele que te llene de su espíritu. Lucas 11: 13 “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?”
Sé firme en tus actitudes y perseverante en tu ideal. Pero sé paciente, no pretendiendo que todo te llegue de inmediato. Haz tiempo para todo, y todo lo que es tuyo, vendrá a tus manos en el momento oportuno. Aprende a esperar el momento exacto para recibir los beneficios que reclamas. Espera con paciencia a que maduren los frutos para poder apreciar debidamente su dulzura. No seas esclavo del pasado y los recuerdos tristes.