Desde un Principio Dios hizo al hombre salvo para que viviera
feliz y disfrutara de toda la creación el hombre peco y perdió todas estas
maravillas incluyendo la salvación.
Jesucristo sigue empeñado en hacer que el hombre recupere la
salvación y viva bien aquí en la tierra para eso dio su vida.
El deseo de Dios es que todo el mundo se salve. 1
Timoteo 2: 4 “el cual quiere que todos
los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad”
Para que este deseo de salvación se cumpla es necesario que
los hombres estemos dispuestos a trabajar de la mano de Jesús. Mateo 28: 19 “Por
tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”
Para trabajar en la obra de salvación debemos disponernos a
servirle a Jesucristo y para poder hacerlo es necesario que seamos consagrados como
sus sacerdotes.
Antes ese privilegio era tan solo para algunos la buena noticia
es que con Jesucristo todos somos llamados sacerdotes es decir todos podemos
anunciar el reino de Dios a aquí en la tierra. 1 Pedro 2: 9 “Mas vosotros sois
linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para
que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz
admirable”
Aunque todos somos llamados a servirle a Jesucristo la verdad
es que muy pocos son los que lo quieren hacer, la necesidad de gente dispuesta
a servir a Jesucristo ha sido siempre.
Mateo 9: 37 – 38 “Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, más los
obreros pocos, Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.”
La gran mayoría de los cristianos buscan a Jesucristo tan
solo por la necesidad de un milagro cuando se les propone servir buscan una
gran cantidad de excusas para no hacerlo.
Requerimientos para ser consagrados al Servicio.
1. La Congregación debe ser testigo de la consagración. Levítico
8: 3 “y reúne toda la congregación a la puerta del
tabernáculo de reunión”
cuando hay testigos aumenta nuestro grado de responsabilidad.
2. Ser Purificados. V 5-6 “Entonces Moisés hizo
acercarse a Aarón y a sus hijos, y los lavó con agua.” no podemos lavarnos a nosotros
mismos el único que nos puede lavar de nuestros pecados es Jesucristo. Apocalipsis
1: 5 “y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de
los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos
lavó de nuestros pecados con su sangre,”
Para ser lavados por Jesucristo
debemos hacer dos cosas importantes.
2.1. Reconocer nuestros pecados. 1
Juan 1: 9 “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo
para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.”
2.2. Arrepentirnos. Hechos 2: 38 “Pedro
les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de
Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo”
3. Entregar todo su ser bajo el control de Cristo.
3.1. Nuestros oídos. Levítico 8: 24 a
“Hizo acercarse luego los hijos de
Aarón, y puso Moisés de la sangre sobre el lóbulo de sus orejas derechas,”
3.2. La Obra de nuestras manos. V 24
b “sobre los pulgares de sus manos
derechas,”
3.3. Nuestro caminar v 24 c “y sobre los pulgares de sus pies derechos; y roció Moisés
la sangre sobre el altar alrededor.”
4. Entender que la consagración es un Proceso. V35 “A la puerta, pues, del tabernáculo de reunión estaréis día
y noche por siete días, y guardaréis la ordenanza delante de Jehová, para que
no muráis; porque así me ha sido mandado.” la consagración
no es asunto de un momento o un ritual. La verdadera consagración es permitir
que Jesucristo todos los días obre en nuestra vida.
Dios quiere que todos le sirvamos pero la verdad es que tan
solo unos pocos están dispuestos a pagar el precio de ser servidores o
sacerdotes de Jesucristo. Para muchos es mejor pedir que dar. Servir es dar
todo nuestro ser.