jueves, octubre 17, 2013

El Paralitico. Juan 5.


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En el capítulo 5 de Juan nos muestra un panorama desolador una multitud de enfermos, ciegos y paralíticos. V 3 a “En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos
La única función que esta gente tenía era el de esperar el mover de las aguas. V 3 b “, que esperaban el movimiento del agua
Hay muchas personas paraliticas físicamente de su cuerpo que son ejemplo de superación. Lo más terrible es que el mundo está lleno de personas paraliticas en su mente, paraliticas emocionales que ya no tienen ninguna esperanza de vida.
Hay muchas personas en esta misma condición que llenan las iglesias y lo único que hacen es esperar el mover de un milagro. Pero no quieren cambiar Y si en esa iglesia no sienten el mover brincan para otro lado.
Entre esos enfermos había un hombre que ya llevaba muchos años de estar en esa misma condición. V 5 “Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo
Hasta que un día este hombre tuvo un encuentro con Jesús. Y le hizo una pregunta que parecería algo ilógica teniendo en cuenta que se la está haciendo a una persona que lleva muchos años esperando un milagro. V 6 “Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?” ¡! La pregunta es ¿quieres ser sano?
Jesús le hace la pregunta porque hay muchas personas paralizadas por sus propios prejuicios, quieren recibir pero no les gusta dar. No quieren soltar lo viejo para ganar algo nuevo. Cristo quiere que soltemos lo que tenemos del mundo para tomar lo que él nos ofrece.
Porque llega la parálisis en el alma:
1. Las Excusas. Los seres humanos somos expertos en buscar culpables para lo que nos pasa, las excusas no nos dejan avanzar. V 7 “Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo
2. Falta de decisión, llevado por la duda. V 8 “Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda” el dejar una vida de parálisis emocional es nuestra decisión. Muchas personas se han resignado y se han acomodado en lo que está pasando.
3. Nuestros constantes errores. V 14 “Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor.” Es necesario arrepentirnos, cambiar de dirección, dejar de hacer aquello que daña nuestra vida.
4. La pereza. V 17 “Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.” Hay cosas que no dan espera, es necesario actuar de manera oportuna y diligente.
5. Querer hacer solo lo que nos conviene. V 30 “No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre” es necesario someternos a la voluntad de Dios y también pensar en el beneficio de los demás.
6. No ayudar cuando podemos hacerlo. V 35 “El era antorcha que ardía y alumbraba; y vosotros quisisteis regocijaros por un tiempo en su luz” para Jesucristo también es pecado cuando sabiendo hacer lo bueno no lo hacemos. Santiago 4: 17 “y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado
7. No dejarse guiar por la palabra de Dios. V 39 “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” hay muchas personas paraliticas porque no les gusta dejarse guiar, siempre lo creen saber todo.
Hay muchas cosas a las cuales nos aferramos y no queremos soltar: egoísmo, orgullo, miedos, complejos. A muchos lo que más nos cuesta es soltar es el pasado.
Cuentan que un alpinista, desesperado por conquistar el Aconcagua, inicio su travesía después de años de preparación, pero quería la gloria para él solo, por lo tanto subió sin compañeros.
Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparo para acampar, sino que decidió seguir subiendo decidido a llegar a la cima, y oscureció. La noche cayo con gran pesadez en la altura de la montaña, ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.
Subiendo por un acantilado, a sólo 100 metros de la cima, se resbalo y se desplomo por los aires... caía a una velocidad vertiginosa. Sólo podía ver veloces manchas más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad.
Seguía cayendo... y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos de la vida, él pensaba que iba a morir, sin embargo, de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo parte en dos. Sí, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura.
En esos momentos de quietud, suspendido por los aires, no le quedo más que gritar:
- ¡Ayúdame Dios mío!
De repente, una voz grave y profunda de los cielos le contesto:
- ¿QUE QUIERES QUE HAGA?
- Sálvame Dios mío, decía él.
- ¿REALMENTE CREES QUE TE PUEDA SALVAR?
A lo que el Alpinista respondía:
- Por supuesto, Señor.
- ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE.
Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y dudo...
Cuenta el equipo de rescate que el otro día encontraron colgado a un alpinista congelado, muerto, agarrado con fuerza con las manos a una cuerda... ¡a tan sólo dos metros del suelo!

Qué cosas te están convirtiendo en un paralitico. A que te has aferrado que no te deja avanzar, tu pasado, el orgullo, ese pecado que cometiste, el depender de la fuerza del hombre. Etc. sería muy bueno que este día tomes la decisión de soltarte y sigas adelante.



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