El deseo de Dios siempre ha sido y sigue
siendo que el hombre sea salvo. 1 Timoteo 2: 4 “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y
vengan al conocimiento de la verdad.”
Aunque los hombres somos los que decidimos
aceptar o no aceptar a Jesucristo en nuestro corazón, la salvación depende
Dios. V 10 “y
clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está
sentado en el trono, y al Cordero”
Dios tiene
misericordia de quien el quiere tener misericordia. Éxodo 33: 19 “Y le respondió: Yo haré
pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová
delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré
clemente para con el que seré clemente.”
Muchas de las cosas que nosotros
queremos alcanzar no depende de nuestras fuerzas, la salvación no se obtiene
por obras, esto quiere decir que solo depende de Dios, nosotros lo que tenemos
es que pedir para que Cristo tenga misericordia. Romanos 9: 16 “Así que no depende del que quiere, ni
del que corre, sino de Dios que tiene misericordia”
Solo los sellados por Jesucristo podemos
disfrutar de su misericordia. Apocalipsis 7: 3 “diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a
los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro
Dios”
Las doce tribus simbolizan al
pueblo de Dios. Esto quiere decir que la oportunidad de ser salvos y disfrutar
del reino de Dios es para todos los que a través de Jesucristo hacemos parte de
su pueblo. V 4 “Y oí el
número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las
tribus de los hijos de Israel.”
Jesucristo es quien nos justifica
delante del padre, y el está dispuesto hacerlo con todos lo único que tenemos
que hacer es recibirlo en nuestro corazón. V 9 “Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la
cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que
estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas
blancas, y con palmas en las manos;”
Jesucristo nos hace libres de todo
pecado a través de su sangre preciosa ahora somos limpios. Pero el no vino para
quitarnos las tribulaciones. Solo el soportar el padecimiento nos hace merecedores
de ser sellados. V 14 “Yo
le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la
gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre
del Cordero”
En este mundo es normal tener
aflicciones. Juan 16: 33 “Estas cosas os he hablado para que en mí
tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al
mundo”
En este mundo nadie se puede
escapar de tener momentos de aflicción. Santiago 5: 10 “Hermanos míos, tomad como ejemplo de
aflicción y de paciencia a los profetas que hablaron en nombre del Señor”
Jesucristo no quiere prepararnos un
mundo especial solo para nosotros los cristianos, Jesucristo quiere prepararnos
para enfrentarnos a este mundo y salir victoriosos, eso es lo que deberíamos
hacer los padres. No prepararles un mundo especial a nuestros hijos, no
encerrarlos en una burbuja de cristal, lo que deberíamos hacer es prepararlos
para conquistar el mundo que cada día es más difícil y cruel.
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