Solamente si asumimos compromisos
podemos superarnos en la vida. Los compromisos nos obligan a exigirnos a nosotros mismos.
Los seres humanos somos como un
resorte solo si se le aplica fuerza puede estirarse hasta lo máximo de lo
contrario se queda en su estado de recogimiento.
A lo largo de nuestra
vida vamos adquiriendo compromisos que fortalecen nuestra responsabilidad y
madurez, nuestro espíritu como seres.
Por tanto el individuo debe buscarle sentido a
su vida, para poder adquirir compromisos que contribuyan a estar en armonía
consigo mismo y no busque cosas inoficiosas para su bienestar.
A muchas personas hoy en día no les gusta
asumir compromisos, ni en lo espiritual ni en lo secular. Prefieren tener una vida
relajada y de recogimiento.
Es muy cómodo vivir en agua tibia, donde no pasa nada; ni se
tiene un calor que quema o tampoco se siente un frio que adormece y congela. La
temperatura tibia, templada es la magnífica excusa para no moverse, no cambiar
ni tampoco crecer. Esta sirve para mantéense estancado en el mismo lugar ¿Acaso
haz cocinado algo en agua tibia? Claro que no.
Evadir, temer o negarse hacer cualquier tipo de compromiso nos
limita de la posibilidad de conocer hasta donde somos capaces de llegar y todos
los retos que se podría conquistar. Si queremos tener una vida de éxito debemos
primeramente empezar a comprometernos sinceramente con nuestros
pensamientos, con los deseos y los sueños que tenemos y
que no hemos podido realizar aun.
El cristianismo moderno solo se congrega para recibir milagros
pero no quiere comprometerse de manera activa con la obra de Jesucristo.
Pablo se gozaba por razón de que los de tesalónica se
preocupaban por servir con gozo y mucho amor. V 3 “acordándonos
sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del
trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro
Señor Jesucristo.”
El servir a Dios es una elección al igual que Dios nos eligió a
nosotros. V 4 “Porque
conocemos, hermanos amados de Dios, vuestra elección;” la mejor manera de servir y dar buen fruto es cuando lo
hacemos de manera voluntaria.
El motor que le da fuerza al servicio es el amor, y el espíritu
santo. Solo de esta forma nunca nos cansamos de trabajar. V 5 “pues nuestro
evangelio no llegó a vosotros en palabras solamente, sino también en poder, en
el Espíritu Santo y en plena certidumbre, como bien sabéis cuáles fuimos entre
vosotros por amor de vosotros.”
El servir con amor hace que otros se animen hacer lo mismo. V 6
“Y
vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor, recibiendo la
palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu Santo,” la mejor manera de enseñar a otros incluyendo a los de nuestra
casa es haciéndolo nosotros primero.
Si nosotros somos ejemplo de servicio. Los demás no solo
aprenden a servir, también se convierten en ejemplo para los demás. V 7 “de tal manera
que habéis sido ejemplo a todos los de Macedonia y de Acaya que han creído.”
Si nosotros compartimos la palabra de Dios los demás también lo
van hacer. No seas tan solo un espectador más en tu iglesia. Participa en el
trabajo del evangelio. V 8 “Porque partiendo de vosotros ha sido divulgada la
palabra del Señor, no sólo en Macedonia y Acaya, sino que también en todo lugar
vuestra fe en Dios se ha extendido, de modo que nosotros no tenemos necesidad
de hablar nada;”
El cristianismo no solo consiste en dejar toda la idolatría y
las malas costumbres, también tenemos que esforzarnos por servir. V 9 “porque ellos
mismos cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os
convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero,”
Recuerda que solo el compromiso nos lleva a la superación y al
éxito, sin compromiso vivimos en la resignación y en la mediocridad.
Contribuye con nuestro ministerio. Con tu ofrenda podemos llegar a más personas con el evangelio de salvación. CONTÁCTANOS.