Los judíos hacían una fiesta para celebrar su liberación,
esta fiesta era conocida como pentecostés.
Pentecostés
(v. 1): La palabra "Pentecostés" viene del griego y significa, literalmente, cincuenta. En la Biblia, esta
palabra da nombre a la segunda de las
tres grandes fiestas hebreas, la fiesta del Pentecostés, ya que la misma se celebraba 50 días después de la fiesta de
la Pascua. Los judíos que vivían fuera
de Jerusalén, acostumbraban peregrinar a la Ciudad Santa durante esta festividad (vea Hechos. 2:5-11 y 20:16).
En el tiempo de Jesús, el Judaísmo
rabínico conmemoraba durante el día de Pentecostés la donación de la Ley de Moisés al pueblo de Israel.
La fiesta del Pentecostés también era conocida como la fiesta de las Primicias o
de las Cosechas porque ese día se
presentaban como ofrendas, tanto los primeros panes del nuevo trigo como los diversos frutos de la tierra con el
propósito de santificar toda la cosecha.
Del mismo modo, la venida del Espíritu Santo sobre la Iglesia durante el día de
Pentecostés implica que toda la Iglesia ha de ser santificada del mismo modo en que los primeros
creyentes (las primicias de la Iglesia)
recibieron poder para testificar de Cristo.
A partir de este momento entraría en
operación el poder del espíritu santo en la iglesia cristiana, el espíritu santo
seria el centro de la vida de la iglesia.
El espíritu santo les hizo hablar
en la lengua de cada persona presente, demostrando con esto que el espíritu santo
tiene el poder de cambiar nuestro comportamiento, el puede transformar nuestra
manera de vivir. V 8 “¿Cómo,
pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos
nacido?”
El espíritu santo hizo que Pedro
tuviera seguridad para defender la obra y sobre todo que dijera verdades muy
duras sin causar daño. V 36 “Sepa,
pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros
crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”
El espíritu santo se encarga de
convencer y quebrantar corazones endurecidos, para que la obra de la iglesia
sea más efectiva. V 37 “Al
oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros
apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?”
No es accidental, que la manifestación del
espíritu santo se realizara en esta fecha de la cosecha. el nacimiento de la
iglesia comienza con una gran cosecha de almas. V 41 “Así que, los que recibieron su palabra
fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”
Aquí podemos ver al espíritu santo en acción.
Hablando a través de Pedro. V 14- 15 “Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz
y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén,
esto os sea notorio, y oíd mis palabras. 2:15 Porque éstos no están
ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.”
De esta forma se cumpliría lo que había prometido
Jesús. Mateo 10: 20 “Porque no sois vosotros los que habláis,
sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.”
El espíritu santo nos ayuda a tener gran cosecha
en todo lo que hagamos, lo único que necesitamos es anhelar que el more en
nosotros, y luchar por ser un templo digno de su presencia.
El buen resultado de lo que hagamos como iglesia
o como persona particular depende de la intervención del espíritu santo en
nosotros o en lo que hagamos. V 47 “alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el
Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
La clave del
éxito:
Para tener éxito en cualquier cosa que emprendamos
necesitamos de algo que en definitiva mueve al mundo. Trabajar en equipo, de
esta manera empezaría la iglesia, los discípulos estaban unánimes juntos. V 1 “Cuando llegó el día de Pentecostés,
estaban todos unánimes juntos.”
Muchas personas pueden estar juntas pero no
unánimes, estar juntos es simplemente estar dos o más personas en un mismo lugar. Estar unánimes es
tener un mismo propósito, tener un mismo pensar.
El éxito en el trabajo de equipo está en
mantenerse juntos pero también tener una misma meta, jalar todos para un mismo
lado.
El primer y el mejor equipo que Dios nos ha dado
es nuestra familia, pero de nada sirve ser varios los que la conformen si cada
uno lucha para sus propios intereses y sobre todo deja que el espíritu santo
gobierne tu hogar.