Cuando miramos a nuestro alrededor
solo encontramos violencia, maltrato, enfermedad y muerte.
Y sobre todo cuando nosotros mismos
somos víctimas de lo que pasa en este mundo. Anhelamos grandemente vivir en un
paraíso. Nos imaginamos una vida feliz, rodeado de las cosas que nos gusta.
Desde
un principio el propósito de Dios es que viviéramos en un paraíso, para eso
preparo la tierra con todo lo necesario para que eso fuera posible.
Si hoy vivimos otra realidad es
culpa del hombre. El ser
humano busca la felicidad queriendo poseer y sobre todo a la fuerza, poder,
dinero, cosas, tierras, personas....V 9 “Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Basta ya, oh príncipes de
Israel! Dejad la violencia y la rapiña. Haced juicio y justicia; quitad
vuestras imposiciones de sobre mi pueblo, dice Jehová el Señor.” pero se equivoca: Cuanto más desea,
más infeliz es; cuanto más tiene, más roba del bien común generando injusticias
a su alrededor que se vuelven irremediablemente
contra él (recuerda el “efecto boomerang”
El paraíso está allá en el cielo pero también es “aquí y
ahora”, en esta hermosa Tierra vivida con Amor. El ser humano abandona “el
paraíso” constantemente cuando no está en estado de Amor. El paraíso siempre ha
estado adelante del hombre pero lo pierde cuando decide tomarlo a la fuerza
solo para su propia conveniencia.
El hombre quiere vivir en un paraíso y para eso hace
cualquier cosa no importa si pierde la honradez o la dignidad. Ya no hay
tolerancia ni comprensión.
Jesucristo está interesado en que volvamos a recuperar ese
paraíso perdido.
Para que ese paraíso sea una realidad es necesario actuar con
honradez. V 10 “Balanzas
justas, efa justo, y bato justo tendréis.” Ladrón no solo es el que roba dinero o cualquier
otro bien.
Cuando nosotros somos incumplidos en cualquier compromiso que
asumimos estamos robando tiempo a los demás. Cuando se nos pasas el tiempo y no
hacemos nada, envejecemos y todo sigue igual estamos robándonos a nosotros
mismos.
Con nuestros actos podemos robar la paz o la tranquilidad de nuestros seres queridos y
de las demás personas con quien convivimos.
Cuando no agradecemos a Dios por las cosas maravillosas que recibimos
a diario, le estamos robando la gloria a Dios.
Solo si el fruto del espíritu santo se desarrolla en nosotros
podremos vivir en un paraíso aquí en la tierra. Gálatas 5: 22- 26 “Mas el fruto del Espíritu es amor,
gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 5:23 mansedumbre,
templanza; contra tales cosas no hay ley.
5:24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. 5:25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. 5:26 No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.”
5:24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. 5:25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. 5:26 No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.”
Solo con los ingredientes del fruto del espíritu santo
lograremos tener un paraíso en la tierra, trata de poner en práctica cada uno
de estos ingredientes en tu hogar y en tu propia vida.
Recuerda la paz no comienza en los
demás, la paz comienza en tu corazón.
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