viernes, noviembre 02, 2012

La Restauración de Dios. Ezequiel 36


Una persona toma la decisión de restaurar algo, una vasija o cualquier otra cosa solo cuando considera que eso que va a restaurar sirve para algo, es decir si tiene un propósito.
Para Dios somos muy importantes para su obra de salvación, es por eso que él ha tomado la decisión de restaurarnos, de hacernos nuevamente útiles, o darnos una mejor utilidad, antes éramos muy útiles para el mundo, lo malo es que muchos al entrar a los caminos de Cristo nos hemos convertido en vasijas inútiles para los planes de Dios.

Dios quiere restaurarnos para que en sus manos seamos de gran utilidad. V 8 “Mas vosotros, oh montes de Israel, daréis vuestras ramas, y llevaréis vuestro fruto para mi pueblo Israel; porque cerca están para venir.” Dios quiere que demos fruto para él. Romanos 7: 4 “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios.
Dios quiere para nosotros lo mejor. Con Jesucristo todo lo que hagamos nos saldrá bien. Imagínate una vida de prosperidad total. V 10-11 “Y haré multiplicar sobre vosotros hombres, a toda la casa de Israel, toda ella; y las ciudades serán habitadas, y edificadas las ruinas. 
36:11 Multiplicaré sobre vosotros hombres y ganado, y serán multiplicados y crecerán; y os haré morar como solíais antiguamente, y os haré mayor bien que en vuestros principios; y sabréis que yo soy Jehová.
A muchos nos gustaría dar mucho fruto. Dios nos ve como tierra para plantar su semilla, pero para que una tierra de buen fruto es necesario pasar por algún proceso:
1. Ser labrada y sembrada. V 9 “Porque he aquí, yo estoy por vosotros, y a vosotros me volveré, y seréis labrados y sembrados.” Imagínate por un momento que esa tierra estuviera viva y con sentimientos, como se sentiría al momento de ser labrada o de arada, cuando las cuchillas de la maquina entren hasta lo más profundo de su corazón y le volteen lo de adentro para afuera y lo de afuera para adentro. Sería muy doloroso ¿verdad?
2. Ser lavados, toda buena semilla primero es lavada para quitarle toda impureza. V 25 “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré.
Solo si nos dejamos tratar podremos disfrutar de las bendiciones de nuestro padre celestial. V 29-30 “Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre.  36:30 Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las naciones.
Una buena semilla no puede dar buen fruto si es sembrada en mala tierra. V 33 “Así ha dicho Jehová el Señor: El día que os limpie de todas vuestras iniquidades, haré también que sean habitadas las ciudades, y las ruinas serán reedificadas.” Dios puede sacar cosas nuevas aun de las cenizas.
A Dios no lo podemos escuchar con nuestros oídos físicos, pero si lo podemos hacer con nuestro corazón, si los problemas te han endurecido, y te han hecho insensible no te preocupes, Jesucristo nos dará un nuevo corazón para que lo podamos escuchar. V 26 “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Obedecerle a Dios en nuestra carne es imposible, es el espíritu de Dios en nosotros lo que nos hace obedecer. V 27 “Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra.
Si sientes que te es difícil obedecer a Dios, pídele que te llene de su espíritu. Lucas 11: 13 “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?
Sé firme en tus actitudes y perseverante en tu ideal. Pero sé paciente, no pretendiendo que todo te llegue de inmediato. Haz tiempo para todo, y todo lo que es tuyo, vendrá a tus manos en el momento oportuno. Aprende a esperar el momento exacto para recibir los beneficios que reclamas. Espera con paciencia a que maduren los frutos para poder apreciar debidamente su dulzura. No seas esclavo del pasado y los recuerdos tristes.



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