"La manifestación de Dios en el Nuevo Testamento ya no está condicionada a un lugar y momento particular sino a la presencia de Cristo en nosotros”
Por esta razón quienes queremos
hacer parte del pueblo de Dios hacemos una oración de fe recibiendo a Jesucristo
en nuestro corazón.
En el Antiguo Testamento la
manifestación de la presencia y de la gloria de Dios estaba asociada
fundamentalmente al santuario cuya construcción había sido ordenada por Dios
mismo en la ley, inicialmente en la Tienda de reunión en la travesía por el
desierto hasta establecerse en la tierra prometida y luego en el suntuoso
templo fijo de Salomón en Jerusalén.
Pero en el Nuevo Testamento sus
manifestaciones ya no estaban asociadas a ningún templo hecho por manos humanas
en particular, como lo anunció el mismo Señor Jesús al informarle a la mujer
samaritana que Su presencia no estaba ligada ni al templo samaritano en el
monte Gerizim, ni al templo de Jerusalén. V 21 “Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene
cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.”
Nuestra salvación no depende del majestoso
o humilde lugar donde nos congregamos, ni de la fama publica de un determinado
pastor.
En este tiempo Jesús está buscando
adoradores que lo hagan en espíritu y en verdad. Juan 4: 23 “Mas la hora viene, y ahora es,
cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad;
porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.”
Muchas personas se congregan tan
solo por costumbre, por alivianar su conciencia o por pedir milagros.
Jesucristo quiere que lo amemos a el y a Jehová su padre con todo nuestro corazón.
Mateo 22: 37 “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.”
Que la salvación no dependa de un
templo no significa que no tengamos que congregarnos, Los cristianos nos
congregamos para aprender de la palabra y conozcamos al padre y al hijo que es
lo que nos genera vida eterna. Juan 17: 3 “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el
único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.”
El congregarnos nos sirve para mantenernos
avivados y nos estimulemos de manera mutua y no nos desanimemos. Hebreos 10: 24
“Y considerémonos unos a
otros para estimularnos al amor y a las buenas obras”
Por eso la recomendación del apóstol
Pablo es que nunca tomemos la mala costumbre de no congregarnos. V 25 “no dejando de congregarnos, como
algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que
aquel día se acerca.”
Solo si tenemos a Jesucristo en
nuestro corazón nuestra forma de vida será transformada y podremos tener salvación,
vida eterna y una excelente convivencia aquí en la tierra.
