¿Alguna vez te has preguntado qué sucede cuando haces el mal y se te devuelve? La Biblia nos enseña que nuestras acciones tienen consecuencias, incluso aquellas que parecen pasar desapercibidas. Reflexionar sobre este principio nos invita a ser conscientes de cómo tratamos a los demás y nos motiva a sembrar bondad y amor en lugar de maldad. Al comprender que el mal que haces se te devuelve, podemos cultivar relaciones más saludables, construir un mundo mejor y experimentar la paz interior que proviene de actuar con integridad y compasión.
Muchas personas creen que son muy hábiles para hacer el mal,
creen que nunca serán descubiertos y sobre todo creen que harán el mal y
quedarán ilesos. Pero la palabra de Dios nos advierte que por más bien que
hagamos el mal, tarde o temprano la vida nos devolverá lo mismo. V 1 “¡Ay de ti, que saqueas, y nunca
fuiste saqueado; ¡qué haces deslealtad, bien que nadie contra ti la hizo!
Cuando acabes de saquear, serás tú saqueado; y cuando acabes de hacer
deslealtad, se hará contra ti.”
En la Biblia encontramos el principio del mal que haces se te
devuelve expresado en varios pasajes. Uno de ellos se encuentra en Proverbios
26:27, donde se dice: «El
que hace hoyos caerá en ellos; y el que rueda piedra, a él volverá». Este versículo nos
enseña que las acciones negativas que realizamos pueden tener consecuencias que
recaerán sobre nosotros mismos.
Otro pasaje que refleja este principio se encuentra en
Gálatas 6:7, que advierte: “No
os engañéis; Dios no puede ser burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso
también segará”. Aquí se nos recuerda que nuestras acciones tendrán
repercusiones, ya que lo que sembremos, eso mismo cosecharemos.
Estos versículos nos invitan a reflexionar sobre nuestras
acciones y a ser conscientes de que el mal que hacemos puede retornar hacia
nosotros. Es un recordatorio de la importancia de actuar con rectitud y
consideración hacia los demás.
El principio de la siembra y la cosecha es un concepto fundamental que
se encuentra a lo largo de la Biblia. En Gálatas 6:7-8 se nos advierte: «No os engañéis; Dios no puede ser
burlado, pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará. Porque el que siembra para
su carne, de la carne segará corrupción; pero el que siembra para el Espíritu,
del Espíritu segará vida eterna». Este principio nos enseña que nuestras
acciones y decisiones tienen consecuencias, tanto buenas como malas.
El consejo de Jesucristo es que no devolvamos mal por mal, el
hecho que otros se porten mal con nosotros no nos faculta para hacer lo malo ya
que de eso malo que hacemos es lo que se nos devolverá. 1 Pedro 3:9 se nos
exhorta: “No devolviendo
mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo,
sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición”
Si queremos vivir bien, cosechando
cosas buenas, debemos hacer a los demás lo que quisiéramos que ellos nos hagan.
Lucas 6: 31 “Y como queréis
que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos.”
Todo lo que hacemos a los demás es lo
que recibiremos, a esto se le llama la ley de la siembra y la cosecha, ¿Qué
quieres cosechar en la vida, eso tienes que sembrar?
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