El deseo de Dios es que todos sin excepción aprendamos a alabarlo. 117: 1 “Alabad a Jehová, naciones todas; Pueblos todos, alabadle.”
Alabar es destacar las cualidades
de alguien, en este caso es destacar las maravillas de Jesucristo.
Cada uno de nosotros quienes nos
llamamos cristianos debemos mirar en lo profundo de nuestro corazón cuales son
nuestras propias razones para adorarlo y alabarlo.
Preguntémonos por un momento como
era nuestra vida antes de recibir a Jesucristo en nuestro corazón.
Muchas personas hoy pueden decir
que Jesucristo restauro su matrimonio, unió a su familia, le ayudo
económicamente. Etc. Son muchas las cosas maravillosas que Jesucristo hiso en
nuestra vida.
El agradecimiento es esa fuerza que
nos lleva a valorar lo que los demás hacen por nosotros una persona agradecida
tiene la capacidad de ser feliz ya que disfruta lo que tiene.
Las personas desagradecidas no
tienen paz en su corazón ya que siempre están insatisfechas con lo que tienen. La
infelicidad comienza cuando no se valora lo que tiene por estar anhelando lo
que no se tiene.
El mandato de Jesucristo es que
todos seamos agradecidos. 1 tesalonicenses 5:18 “dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios
para vosotros en Cristo Jesús.” El ser agradecido en todo, hace que
tengamos abiertas siempre las puertas de oportunidad.
El agradecimiento a los siervos que
Dios utiliza para hablarnos y transformar nuestra vida nos haría generosos con
ellos a la hora de recibir nuestras bendiciones. Gálatas 6: 6 “El que es enseñado en la palabra,
haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye.”
La motivación más grande que
debemos tener para alabar a Jesucristo es reconocer que él es bueno. 1 crónicas
16: 34 “¡Alaben al
Señor porque él es bueno, y su gran amor perdura para siempre!”
Jesucristo es tan bueno con
nosotros que entrego su vida para darnos a nosotros vida y vida en abundancia.
Juan 10: 10 “El ladrón no
viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y
para que la tengan en abundancia.”
Cuando estamos en un estado de
presión de soledad de tristeza o cuando sencillamente son las emociones las que
nos dominan, estamos en la condición de muertos, Jesucristo nos hace libres de
toda atadura.
Jesucristo nos da un nuevo corazón,
capas de amar, de sentir, de perdonar y sobre todo de disfrutar de las
maravillas que Dios nos da; entre esas maravillas nuestra familia y nuestra
vida.
Si no quieres vivir desanimado y
con pocas ganas de congregarte o de servir, busca en tu corazón razones para
estar siempre agradecido o agradecida con Jesucristo.