domingo, mayo 22, 2022

Mateo 9. El para qué del cristianismo.

 

El problema de los seres humanos es que con frecuencia se nos olvida el para qué de las cosas.

Una estación de policía en un barrio, una estación de bomberos o una clínica o puesto de salud tienen una razón de ser.

De nada sirve un centro médico si no se quiere atender a los enfermos.

A Jesucristo le parecía grave que los que se creían salvos y santos no supieran el para qué existían ellos.

Jesucristo tenía muy en claro cuál era su función o para que había venido a este mundo, por eso buscaba a las personas pecadoras para hablar con ellas. V 10 “Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos

Los que no tenían muy en claro eran los fariseos por eso se admiraban de que Jesucristo hiciera esto. V 11 “Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores?

Jesucristo y por extensión todos los que nos consideramos discípulos de Jesucristo somos paramédicos y nuestra función es buscar enfermos. V 12 “Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos.

Jesucristo es nuestro médico. Él es el único que puede sanar nuestras heridas del alma y restaurarnos.

Jesús restauro nuestra vida cuando llego a nosotros, pero el propósito era convertirnos en su ayuda para que llevemos más enfermos a los pies de Cristo.

Jesucristo es el médico y nosotros nos convertimos como en los paramédicos que con la ambulancia lo que debemos hacer es transportar enfermos.

Lastimosamente esto no se está cumpliendo cada vez se nos olvida que nuestra misión es ayudar a rescatar almas para Cristo.

Si los que nos congregamos somos paramédicos y Jesucristo que mora en el templo es el medico entonces el templo es el hospital, hospital para enfermos del alma.

Si llega un pecador o alguien de la iglesia llega a pecar es decir resulta herido por las tentaciones del diablo, nuestro deber es atenderlo para que no se muera y no acabarlo de matar como lo hacen muchos cristianos con espíritu de fariseo.

Como podemos ser esos para médicos ayudantes de Jesucristo.

1. Desarrollando Misericordia. V 13 “Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.” misericordia es perdonar a quien merece castigo. Nuestra labor de paramédicos espirituales o ayudas para Cristo en el proceso de salvación cada vez es más ineficiente. La razón:

1.1. Huimos de los pecadores. Nos da miedo contaminarnos.

1.2. Señalamos e enjuiciamos a quienes han pecado. Nuestra labor es ayudarlos a restaurar y no condenarlos sometiéndolos al escarnio público.

1.3. Buscamos cristianos tibios de otras iglesias para llenar nuestro templo y creernos evangelizadores.

2. Buscando enfermos espirituales. V 35 “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” nosotros hacemos todo lo contrario cuando nos enteramos que alguien de la Iglesia cayo en pecado lo acabamos de matar con nuestros comentarios.

3. Teniendo compasión por los perdidos. V 36 “Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.” nuestro trabajo de verdaderos cristianos es arduo.

3.1. Tenemos que rescatar perdidos.

3.2. Tenemos que ayudar para los que están bien no caigan.

3.3. Tenemos que Restaurar a quienes ya han caído o se han equivocado.

4. Orando para que cada vez surjan más cristianos comprometidos con la salvación del mundo que huyan del pecado, pero no del pecador. V 37-38 “Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, más los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies

Para ser un verdadero cristiano se necesita mucho más que tan solo congregarnos en algún lugar, ser cristiano es convertirnos en ayudantes de Jesucristo en la tarea de salvar almas y no solo luchar llenar templos con personas ya conocedoras.