Se define como relación a una conexión o vínculo establecido entre dos entes, lográndose así una interacción entre los mismos. En el caso espiritual cuando recibimos a Jesucristo en nuestro corazón no solo adquirimos la costumbre de congregarnos una o dos veces en semana en algún lugar llamado templo cristiano, también pasmos a ser hijos de Dios. Juan 1: 12 “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” esto lógicamente debería alegrarnos en gran manera.
Muchos nos
sentimos orgullosos diciendo que ahora somos hijos de Dios, ya tenemos derecho
a pedirle milagros y todo lo que necesitamos.
Ser hijos
de Dios no solo significa que ahora tenemos derechos de hijos, también tenemos
deberes de Hijos.
Ahora con Jesucristo
y Jehová ya tenemos una relación, como la frase muy citada por nosotros los
cristianos: no es una religión, es una relación.
El problema
es que al pueblo de Dios de ese tiempo como al pueblo de hoy en día se nos
olvida que tenemos una relación.
Para que
toda relación funcione muy bien se deben cumplir con algunas cosas que el
pueblo no estaba cumpliendo.
Porque tenemos una mala relación con Dios.
1. No
estamos honrando a Jehová. V 6 a “El
hijo honra al padre, y el siervo a su señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde
está mi honra?” si decimos que Jehová es nuestro padre debemos
demostrárselo con nuestra sujeción a él.
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1.1. Jehová nos pide que lo amemos.
Deuteronomio 6: 5 “Y amarás a Jehová
tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”
Dios no solo quiere que lo busquemos por interés, él quiere que también seamos
amorosos.
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1.2. Debemos dedicarle tiempo
de calidad. Lucas 5: 15- 16 “Pero su fama se
extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírle, y para que les sanase
de sus enfermedades. 16 Mas él se apartaba a lugares desiertos, y oraba” al igual que le dedicamos tiempo a nuestros seres queridos también
debemos dedicarle tiempo a Jesucristo.
2. Ya no le
tememos. V 6 b “y si soy señor,
¿dónde está mi temor? dice Jehová de los ejércitos a vosotros,”
el temor a Jehová no es lo mismo que miedo, el temor que él nos exige es respeto
y obediencia.
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2.1. ¿Nuestras Oraciones si
reflejan respeto o temor? O, todo lo contrario, nuestras oraciones parecen
pliegos de peticiones o lo que es peor órdenes que le damos a Jesucristo.
3. Menospreciamos
el nombre de Jehovah. V 6 c “oh
sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos menospreciado
tu nombre?” muchas personas a pesar de que siempre reciben
milagros se sienten avergonzadas de expresar abiertamente su condición de
cristiano.
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3.1. Algunos por miedo al rechazo
de sus amistades o familiares.
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3.2. Otros porque se dejan vencer
de los prejuicios y temores.
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3.3. Menospreciamos el nombre de
Jehová con nuestros malos actos.
4. Le damos
lo peor y de mala gana. V 7 “En
que ofrecéis sobre mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos
deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová es despreciable”
un cristiano tibio sufre en gran manera cuando tiene que Diezmar.
5. Al mundo
le damos cosas más valiosas de las que le damos a Jehová. V 8 “Y cuando ofrecéis el animal ciego para el
sacrificio, ¿no es malo? Asimismo, cuando ofrecéis el cojo o el enfermo,
¿no es malo? Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti, o le
serás acepto? dice Jehová de los ejércitos.” muchas
veces nos preocupamos más de como agradar a los del mundo que en como agradar a
Jesucristo.
6. Cuando
le pedimos un milagro le ofrecemos lo mejor y cuando recibimos el milagro le
damos lo peor. V 14 “Maldito
el que engaña, el que teniendo machos en su rebaño, promete, y sacrifica a
Jehová lo dañado. Porque yo soy Gran Rey, dice Jehová de los ejércitos, y mi
nombre es temible entre las naciones” muchas veces llevados por
la emoción o la necesidad le prometemos grandes cosas si él nos da lo que le
pedimos, y cuando ya lo obtenemos nos duele cumplirle.
7. Adoramos
a Dios por compromiso o por necesidad. Isaías 29: 13 “Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con
su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su
temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado;”
muchas personas se congregan en algún lugar tan solo porque esperan un milagro,
si no tuvieran necesidad o miedo a perder lo que han recibido hace mucho tiempo
ya no se congregarían.
No basta
con congregarnos en algún lugar, es necesario honrar a Jehová en todo momento, preguntémonos
por un momento, ¿cuándo voy al templo y en mi vida diaria si lo estoy honrando
como el pide?