Jesucristo quiere lo mejor para nosotros, el en ningún momento quiere hacernos daño o destruirnos. Ezequiel 18: 23 “¿Quiero yo la muerte del impío? dice Jehová el Señor. ¿No vivirá, si se apartare de sus caminos?” Jehová no destruye lo que con tanto amor creo.
Somos
nosotros los seres humanos quienes con nuestro mal comportamiento nos autodestruimos
y destruimos la tierra.
La forma de
vida que podemos tener depende de nosotros mismos, de nuestra forma de ser
depende que los demás nos quieran o nos odien, se acerquen o se alejen de
nosotros.
Todo lo que
nosotros hacemos se convierte en bendición o en maldición para nosotros mismos.
V 3 “Entonces me dijo: Esta es la
maldición que sale sobre la faz de toda la tierra; porque todo aquel que hurta
(como está de un lado del rollo) será destruido; y todo aquel que jura
falsamente (como está del otro lado del rollo) será destruido”
todo lo que nosotros hacemos es lo que terminamos recibiendo de los demás.
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Que quieres recibir de los demás,
lo que quieres que los demás te hagan eso es lo que les debes hacer. mateo 7:
12 “Así que, todas las
cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced
vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas”
Son las
consecuencias de nuestros actos lo que termina destruyéndonos, no es Jesucristo
ni las demás personas. V 4 “Yo la
he hecho salir, dice Jehová de los ejércitos, y vendrá a la casa del ladrón, y
a la casa del que jura falsamente en mi nombre; y permanecerá en medio de su
casa y la consumirá, con sus maderas y sus piedras” todo lo
que hagamos sea bueno o malo genera consecuencias.
Si sentimos
que las demás personas se alejan de nosotros o que ya no quieren estar con nosotros,
más que pensar que ellos son unos odiosos pensemos en que podemos estar
fallando.
Como evitar nuestra Destrucción.
1.
Reconociendo nuestros errores. Lucas 15: 21 “Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra
ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.” La única forma que tenemos para llevar algo a
la perfección es si aceptamos que estamos equivocados.
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El aceptar nuestras equivocaciones
hace que Dios y los hombres nos perdonen. 2 Samuel 12: 13 “Entonces dijo David a Natán: Pequé contra
Jehová. Y Natán dijo a David: También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás.” las personas arrogantes por lo general tienen
el repudio de todo el mundo.
2. Estando
Dispuestos a Corregir. Proverbios 4: 26 “Examina la senda de tus pies,
Y todos tus caminos sean rectos”
sin corrección no hay perfección. De nada sirve reconocer nuestros errores si
no estamos dispuestos a corregir.
3.
Pidiéndole a Jesucristo que nos dé un Nuevo Corazón. Ezequiel 36: 26 “Os daré corazón nuevo, y pondré
espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de
piedra, y os daré un corazón de carne.” Los problemas y las decepciones que vivimos a
diario terminan dañando nuestro corazón, por eso es necesario pedirle a Jesucristo
que nos dé un nuevo corazón.
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3.1. Nuestro compartimiento está
determinado por lo que hay en nuestro corazón. Lo bueno o lo malo sale de él.
Lucas 6: 45 “El hombre bueno,
del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro
de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca”
4.
Cambiando nuestra manera de Pensar. Filipenses 4: 8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo
honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen
nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad”
las personas que piensan de manera negativa miran las cosas de manera negativa,
por lo tanto, siempre terminan convirtiéndose en personas destructoras.
5. No dejándonos
influenciar por personas destructoras. 1 Corintios 15: 33 “No erréis; las malas
conversaciones corrompen las buenas costumbres” por lo
general siempre terminamos haciendo lo que hacen los demás.
Nuestro mal
comportamiento o nuestra forma áspera de actuar hace que nos alejemos de Jesucristo
y de las demás personas, no son los demás los que se alejan somos nosotros
quienes nos alejamos de los demás.