La única forma de vivir bien
en este mundo es si aprendemos a perdonar y a pedir perdón. Es inevitable que
constantemente estemos equivocándonos y cometiendo errores, somos humanos y
siempre herimos a otros con nuestros actos o con nuestra forma de hablar muchas
veces lo hacemos de manera voluntaria pero muchas veces de manera involuntaria.
No
importa como lo hicimos lo importante es que tenemos que luchar por pedir
perdón.
Jesucristo nos manda a que tenemos que perdonar. Efesios 4: 32 “Antes sed benignos unos
con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os
perdonó a vosotros en Cristo.”
Jesucristo nos dice que
perdonemos siempre, es necesario que podamos perdonar cada vez que nos
ofenden. Mateo 18: 21-22 “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces
perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete?
18:22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.”
18:22 Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.”
De por sí es muy difícil perdonar o pedir perdón, pero sabes que
es lo más difícil todavía, lo más difícil es tener que restituir. Viéndolo de
esta forma el tener que perdonar resulta fácil. El restituir es una orden y solo
de esta forma el perdonar es completo. Éxodo 22: 1-2 “Cuando alguno hurtare buey u oveja, y
lo degollare o vendiere, por aquel buey pagará cinco bueyes, y por aquella
oveja cuatro ovejas. 22:2 Si el ladrón fuere hallado forzando una casa, y fuere
herido y muriere, el que lo hirió no será culpado de su muerte.”
Si se toma de lo ajeno no basta con decir perdóneme. Es necesario
cancelar por lo tomado. 22: 5 “Si alguno hiciere pastar en campo o viña, y metiere su bestia en campo de
otro, de lo mejor de su campo y de lo mejor de su viña pagará”
Es difícil perdonar y restaurar cuando se tiene el corazón herido
por lo tanto es necesario dejar que sea Jesucristo el que primero sane nuestro
corazón. Salmo 147: 3 “El sana a los quebrantados de corazón, Y venda sus heridas.”
Para poder restituir es necesario recordar quienes éramos
nosotros antes de que Cristo nos hiciera libres. Éxodo 22: 21 “Y al extranjero no
engañarás ni angustiarás, porque extranjeros fuisteis vosotros en la tierra de
Egipto.”
Con nuestras primicias es una forma de restituir lo malo que hemos
hecho delante de Dios. V 29 “No demorarás la primicia de tu cosecha ni de tu lagar. Me
darás el primogénito de tus hijos.”
Consecuencias del no
perdonar:
1. Su corazón se amarga: y la amargura contamina el alma y a los
demás. Hebreos 12: 15 “Mirad
bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna
raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados;”
2. Dios tampoco perdona al que no quiere perdonar. Marcos 11: 26
“Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro
Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.”
3. El no perdonar nos hace aborrecer a los demás y esto nos
convierte en homicidas delante de Dios. 1 Juan 3: 15 “Todo aquel que aborrece a su hermano es
homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.”
4. La falta de perdón nos hace permanecer airados y de esta
forma le damos la oportunidad al diablo de tentar nuestro corazón. Efesios 4:
26-27 “Airaos,
pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, 4:27 ni deis
lugar al diablo.”
Hay cosas que tal vez ya no podemos restituir de manera física.
Pero podemos intentarlo a través de un detalle, un abraso, una caricia. Si tú
ofendiste a tu esposo o a tu esposa no solo le pidas perdón ahora trata de
volver a ganarte o conquistar su corazón, es necesario que aprendamos a
restaurar lo que dañamos.