Toda persona cautiva desea ser
libre, toda persona que tiene mucha hambre y ha pasado por largo tiempo de
ayuno desea comer. Pero por mucho que sea su anéelo es necesario pasar por un
proceso de adaptación de lo contrario sería
más el prejuicio que los beneficios.
Si
Dios nos quita todos los problemas de una sola vez, muchas veces en lugar de
aferrarnos más a él hacemos todo lo contrario nos olvidamos y lo abandonamos.
Por eso Dios en su sabiduría
promete hacernos libres pero lo hace de poco en poco para que lo vayamos
asimilando. V 7 “Y
librará Jehová las tiendas de Judá primero, para que la gloria de la casa de
David y del habitante de Jerusalén no se engrandezca sobre Judá.”
El que ha estado por cautiverio por
mucho tiempo es necesario prepararlo para la libertad, la sociedad que va a
encontrar ya no será la misma que dejo cuando vivía en libertad.
Si alguien ha estado por mucho
tiempo metido en una cueva muy oscura es necesario que vaya exponiéndose a la
luz poco a poco de lo contrario puede causarse daño en la retina de los ojos.
El no estar acostumbrado a la luz, ella misma le puede causar quemaduras.
Solo a través de procesos podemos lograr
la perfección. Los buenos frutos al igual que los buenos resultados requieren
de tiempo.
Para el alpinista encontrarse con
una roca que le obstruye el camino no es un problema para el solo es un
obstáculo que hay que superar y que convierte su travesía en un reto más
importante para lograr su propósito de alcanzar la cima de la montaña.
Si nosotros tuviéramos una meta y
un propósito muy fuerte y bastante definido, el alcanzarlo se nos convertiría
en un reto y los obstáculos no los viéramos como problemas.
Jehová Dios tiene un gran propósito
para su pueblo, pero para que el pueblo pueda lograrlo es necesario que aprenda
a superar los retos de la vida que para otros serian problemas. V 2 “He aquí yo pongo a Jerusalén por copa
que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio
contra Jerusalén.”
Dios quiere hacer de su pueblo un
pueblo poderoso. V 3 “Y
en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos
los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la
tierra se juntarán contra ella.”
Dios permite que su pueblo tenga
inconvenientes para que entienda que no es por su fuerza que lograra llegar a
ser poderoso. V 5 “Y
los capitanes de Judá dirán en su corazón: Tienen fuerza los habitantes de
Jerusalén en Jehová de los ejércitos, su Dios.”
Dios no nos quita a nuestros
enemigos, nos prepara para que consigamos la victoria. V 6 “En aquel día pondré a los capitanes de
Judá como brasero de fuego entre leña, y como antorcha ardiendo entre gavillas;
y consumirán a diestra y a siniestra a todos los pueblos alrededor; y Jerusalén
será otra vez habitada en su lugar, en Jerusalén.”
A través de su espíritu Dios nos
lleva a la oración al verdadero clamor y sensibiliza nuestro corazón para poder
estar en intimidad con él. V 10 “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de
Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien
traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él
como quien se aflige por el primogénito.”
Cristo nos hace libres y nos prepara
para la libertad