Tras conseguir
el éxito llega lo más difícil: mantenerse en la cumbre. Es el reto al que se
enfrentan las personas que han conseguido brillar.
Escalar a la
parte más alta del éxito muchas veces no resulta tan difícil, como el
mantenerse en esa posición.
A los seres humanos nos cuesta manejar la fama o los momentos de
triunfo, los adulos de los demás o el saber que estamos muy alto nos hace
aflojar, sea en lo secular o en lo espiritual.
Hay momentos tan hermosos en
nuestra vida que nos parece que no tenemos con quien compararnos, parece que fuéramos
los únicos con tanta bendición. V 2 “Hijo de hombre, di a Faraón rey de Egipto, y a su pueblo: ¿A
quién te comparaste en tu grandeza?”
Los asirios llegaron a ser los mejores, estaban pasando
por su mejor momento. V 8 “Los
cedros no lo cubrieron en el huerto de Dios; las hayas no fueron semejantes a
sus ramas, ni los castaños fueron semejantes a su ramaje; ningún árbol en el
huerto de Dios fue semejante a él en su hermosura”
Cuando estamos cogidos de la mano
de Dios sentimos que también estamos pasando por nuestro mejor momento. Tanto
que en muchos despertamos envidia. V 9 “Lo hice hermoso con la multitud de sus ramas; y todos los
árboles del Edén, que estaban en el huerto de Dios, tuvieron de él envidia.”
Dios quiere que seamos personas de
importancia, lo que a él le molesta es que por causa de la bendición
endurezcamos nuestro corazón. V 10 “Por tanto, así dijo Jehová el Señor: Ya que por ser
encumbrado en altura, y haber levantado su cumbre entre densas ramas, su
corazón se elevó con su altura,”
Entre más alto estemos más nos
tenemos que cuidar, de lo contrario el desplome es inevitable. V 12 “Y lo destruirán extranjeros, los
poderosos de las naciones, y lo derribarán; sus ramas caerán sobre los montes y
por todos los valles, y por todos los arroyos de la tierra será quebrado su
ramaje; y se irán de su sombra todos los pueblos de la tierra, y lo dejarán.”
Y lo que es más triste todo aquel
que cae por no saber manejar el éxito, arrastra con él a todos los que le
ayudaron. V 17 “También
ellos descendieron con él al Seol, con los muertos a espada, los que fueron su
brazo, los que estuvieron a su sombra en medio de las naciones.”
Cuando llegamos a la cima de la
montaña de la victoria necesitamos más esfuerzos para mantenernos, que el
esfuerzo que imprimimos cuando estábamos comenzando la subida.
Un periodista le pregunto al
gerente de una empresa multinacional, que porque seguían gastando tanto dinero,
millones en publicidad si ellos ya eran muy reconocidos y ya estaban en la cima
del éxito; él le respondió: si tu estas en un avión a cientos de pies de
altura, solo porque ya estás muy alto ¿le apagarías los motores al avión para
ahorrar combustible? ¡No! ¿Verdad? Si haces eso el avión caería
irremediablemente, lo mismo sucede con mi empresa y la publicidad.
Algunas cosas que nos podría ayudar
a mantenernos en la cima de la bendición:
1. Busca una
razón para seguir luchando
2. Ten en
cuenta los beneficios que vas a obtener si te mantienes
3. Se flexible
pero firme, no sedas ante las cosas del mundo
4. Has de tu
vida un aprendizaje y una mejora continua
5. Visualiza
siempre tu meta.
Si ya crees que estás muy alto en
tu nivel de bendiciones no apagues los motores, que sigan encendidos como
cuando comenzaste. Sigue alabando, sigue
orando, sigue congregándote, sigue estudiando la palabra de Dios, solo de esta
manera te mantendrás en la cima. Santiago5: 13 “¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está
alguno alegre? Cante alabanzas.”
No dejes que se apague tu primer
amor, busca cada día enamorarte más de Jesucristo y de su obra.
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