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Todos los hombres por naturaleza somos pecadores. Nuestro destino era la muerte lo único que podía impedir esa muerte era el perdón de pecados pero para que esto fuera posible se necesitaba que constantemente se esté sacrificando animales. 6: 6-7 “Y para expiación de su culpa traerá a Jehová un carnero sin defecto de los rebaños, conforme a tu estimación, y lo dará al sacerdote para la expiación.
6:7 Y el sacerdote hará expiación por él delante de Jehová, y obtendrá perdón de cualquiera de todas las cosas en que suele ofender”
No era suficiente hacer un sacrificio
por el pecado también era necesario hacerlo por la culpa. 7: 7 “Como el sacrificio por el
pecado, así es el sacrificio por la culpa; una misma ley tendrán; será del
sacerdote que hiciere la expiación con ella.”
Jehová de los ejércitos nos ama tanto
que entrego a su único hijo por nosotros. Juan 3: 16 “Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”
Y Jesús nos ama tanto que tampoco le
importo dar su vida de manera voluntaria. Ningún hombre podía quitarle la vida
a no ser que él y el padre lo hayan permitido. Juan 10: 18 “Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder
para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de
mi Padre.”
Los sacrificios de animales no podían
quitar los pecados. Hebreos 10: 4 “porque la sangre de los toros y de los machos cabríos
no puede quitar los pecados.” Estos sacrificios lo único que hacían era recordar la condición
pecadora del hombre. Hebreos 10: 3 “Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de
los pecados;”
Dios nos ordena ser perfectos y
santos, por nosotros mismos sería imposible lograrlo, el único que nos perfecciona
es Jesucristo. V 14 “porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los
santificados.”
Solo a través del sacrificio de Jesús
logramos ser santos. V 10 “En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del
cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre”
Solo el sacrificio de Jesucristo nos
hace libres para entrar a la presencia de Dios. V 19 “Así que, hermanos, teniendo libertad
para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo”
Jesucristo nos hizo salvos pero es
nuestra decisión el continuar siéndolo o no. V 26-27 “Porque si pecáremos voluntariamente
después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más
sacrificio por los pecados, 10:27 sino una horrenda expectación de
juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios”
Los sacrificios que ofrecían el pueblo
los acercaba a Dios. Jesucristo murió para acercarnos a Jehová su padre.
Jesucristo quiere que nosotros nos entreguemos
en sacrifico para él. El culto no debe ser solo para exigir milagros de parte
de Dios, el verdadero culto es en el cual nos ofrecemos a Jesús. Romanos 12: 1 “Así que, hermanos, os
ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en
sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.”
De nosotros depende que mantengamos
vivo el fuego en nuestro corazón, la pasión por la obra de salvación. Levítico 6:
9 “Manda a
Aarón y a sus hijos, y diles: Esta es la ley del holocausto: el holocausto
estará sobre el fuego encendido sobre el altar toda la noche, hasta la mañana;
el fuego del altar arderá en él”
La única forma de mantener vivo un
fuego es alimentándolo. Levítico 6: 12 “Y el fuego encendido sobre el altar no
se apagará, sino que el sacerdote pondrá en él leña cada mañana, y acomodará el
holocausto sobre él, y quemará sobre él las grosuras de los sacrificios de paz.” Lo único que alimenta el
fuego del amor por Cristo es a través de su palabra.
Cuán grande es el amor de Dios y de
su hijo Jesucristo. Ellos lo dieron todo por nosotros, por ti y por mí. Lo único
que ellos quieren es que los adoremos en espíritu y en verdad es decir debemos
amarlos con todas nuestras fuerzas.
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