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No hay peor sordo que el que no quiere oír. Ezequiel 12

Si no nos funcionan los oídos nos quedamos sordos, pero eso lo podemos suplir. Leyendo nos podemos enterar de lo que los demás piensan y podemos intercambiar con ellos. Si no nos funciona la boca la podemos suplir escribiendo, y de esa manera hacernos entender. Pero si tenemos cerrado nuestro corazón, no podemos recibir ni entender nada de lo que los demás dicen, ni podemos decir nada que tenga sentido.
Por eso dice el refrán, que "no hay peor ciego que él no quiera ver", y nosotros podríamos agregar que no hay peor sordo que el que no quiere oír, ni peor mudo que el que no quiera hablar... Muchas veces queremos enseñarle a otros las lecciones que nosotros hemos aprendido en la vida. Puede ser que sea a tu hermana, a tu hija, a tu amiga o en algunos casos a algún  extraño. Sin lugar a dudas sería maravilloso poder hacerlo. 

En algunos casos es posible transmitir lo que hemos aprendido en la vida, pero no en todos. Las lecciones más valiosas, las que hemos aprendido con dolor son probablemente las más difíciles de enseñar a otros. 
Si fuera posible enseñar nuestras experiencias probablemente no habría más embarazos indeseados, abortos, divorcios, infidelidad, pereza, problemas de comunicación, envidia, rencor, baja autoestima etc. 
Una persona dura de corazón o terca no escucha razones, tiene oídos pero no oye, ojos y no ve. V 1-2 “Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:  12:2 Hijo de hombre, tú habitas en medio de casa rebelde, los cuales tienen ojos para ver y no ven, tienen oídos para oír y no oyen, porque son casa rebelde.
La dureza de corazón nos lleva a convertirnos en personas necias. Jeremías 5: 21 “Oíd ahora esto, pueblo necio y sin corazón, que tiene ojos y no ve, que tiene oídos y no oye:
Una persona terca siempre cae presa de sus propios errores. V 13 “Mas yo extenderé mi red sobre él, y caerá preso en mi trampa, y haré llevarlo a Babilonia, a tierra de caldeos, pero no la verá, y allá morirá.” Y lo que es más grave siempre termina involucrando a los demás. V 14 “Y a todos los que estuvieren alrededor de él para ayudarle, y a todas sus tropas, esparciré a todos los vientos, y desenvainaré espada en pos de ellos.
La terquedad siempre lleva a una persona a vivir en angustia. V 19 “Y di al pueblo de la tierra: Así ha dicho Jehová el Señor sobre los moradores de Jerusalén y sobre la tierra de Israel: Su pan comerán con temor, y con espanto beberán su agua; porque su tierra será despojada de su plenitud, por la maldad de todos los que en ella moran.” Puede tenerlo todo pero la preocupación no lo hace disfrutar.
Dios no quiere cuentos o fabulas cristianas. V 24 “Porque no habrá más visión vana, ni habrá adivinación de lisonjeros en medio de la casa de Israel.” Dios quiere que prediquemos la verdad, solo conociendo la verdad seremos libres de muchos prejuicios. V 25 “Porque yo Jehová hablaré, y se cumplirá la palabra que yo hable; no se tardará más, sino que en vuestros días, oh casa rebelde, hablaré palabra y la cumpliré, dice Jehová el Señor.
Nuestra salvación y la vida eterna dependen de conocimiento que tengamos sobre Jesucristo y nuestro padre Jehová. Juan 17: 3 “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.
La terquedad no nos hace ver el peligro no importa si lo tenemos al frente. V 27 “Hijo de hombre, he aquí que los de la casa de Israel dicen: La visión que éste ve es para de aquí a muchos días, para lejanos tiempos profetiza éste.


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